Lo que el viento se llevó
Restauración del «Atlas de la Guerra» propiedad del Centro de Historia y Cultura Militar (Barcelona).
No me gusta mucho tener libros sobre la guerra, pero tengo que reconocer que este es especialmente bonito. Que la encuadernación fuera en terciopelo me pareció todo un reto de cara a su restauración, que por los demás aspectos no tuvo mayores complicaciones.
Expongo la restauración de este libro por los quebraderos de cabeza que me ha dado en cuanto a la resolución de las partes perdidas, las incrustaciones en madera. El laborioso trabajo de talla y el hecho de que las pérdidas fueran considerables, sumado a que una parte importante de las piezas ausentes carecía de original del que copiar (los escudos de las cuatro esquinas eran diferentes) complicaba bastante el asunto.
Descripción de la obra:
El Atlas histórico y topográfico de la guerra de África, sostenida por la nación española contra el imperio marroquí en 1859 y 1860 es un libro de gran formato (52 x 70 x 4,5 cm) con encuadernación de la época. Tiene las cubiertas de terciopelo y decoraciones en madera y metal, con cierres también de metal. Las guardas y la charnela son de seda de moaré y los cortes dorados. A pesar del glamour que a primera vista tendría la obra, algunos detalles se escapan de la exquisitez absoluta, como las cabezadas, de tipo industrial, y el hecho de que el metal de las incrustaciones fuera el hierro (que, de todos modos, va muy acorde con lo bélico… ¿serían de metralla?).
Pero el trabajo en talla de la madera es realmente remarcable y la calidad del terciopelo y la seda, así como los cortes dorados y el mismo contenido del libro, también.
Contiene unos fantásticos grabados litográficos a dos tintas, y planos desplegables impresos y acuarelados a mano.
El lomo era liso, con cosido a la greca sobre nervios de cordel y escartivanas.
Alteraciones:
- La tapa anterior estaba suelta, y el lomo sólo sujeto por la tapa posterior. Las aplicaciones en madera de las tapas profusamente carcomidas y con pérdidas, faltando muchas de ellas (casi todas las letras de la portada).
- Las partes metálicas de estas decoraciones estaban oxidadas.
- El terciopelo estaba muy gastado y descolorido, sobre todo el de la tapa anterior.
- Las guardas de seda muy sucias, con manchas de humedad y resquebrajamiento por efecto de una cola inadecuada puesta en un pasado.
- Las hojas tenían los bordes rotos y desgarrados, y mostraban manchas de humedad y también de hongos. Algunas de las hojas estaban sueltas y las partes afectadas por hongos debilitadas.
- Las hojas protectoras de papel vegetal que preceden a los grabados estaban profundamente oxidadas y arrugadas.
Proceso de restauración:
Revisión de la colación y desmontado del libro.
Tratamiento para las hojas:
– Desinfección, limpieza húmeda y desacidificación acuosa (con hidróxido de calcio).
– Consolidación: aprestado y refuerzo de desgarro y zonas débiles. Aplanado.
Tratamiento para la encuadernación:
– Desmontado de las cubiertas, quitando las piezas metálicas y de madera. Se numeraron todas para poder recolocarlas en la posición original. Al quitar las piezas se ve claramente el color original del terciopelo, morado intenso, que había quedado en un raído marrón por efecto de la luz.
– Tratamiento de las piezas: eliminación de óxidos y aplicación de barniz protector en las metálicas; y limpieza y desinsectación en las de madera. Los hierros que tenían la pestaña rota se reparan con plomo para soldar.
– Cosido: Se reproduce el cosido original sobre nervios en cordel y se añaden las cabezadas, unas bicolores parecidas a las originales.
Encuadernación:
– Se busca un terciopelo parecido al original tomando por muestra las partes no degradadas.
– Se encuaderna con el terciopelo nuevo, incorporando los elementos decorativos restaurados en sus posiciones originales.
– Se ponen guardas y charnelas nuevas, en seda de moaré que se buscó lo más parecida a la original. Los intentos de restauración con adhesivos no adecuados habían debilitado en exceso la seda original, y las aureolas de humedad empobrecían su aspecto.
Reintegración de las pérdidas en madera:
Ahora que lo explico me parece una tontería por su sencillez… pero si realmente es así me satisface enormemente, porque implica que el observador entiende lo que ve sin por ello entrar en un falso histórico.
Se ha resuelto la ausencia de una gran parte de las decoraciones reproduciendo la huella que habían dejado. De esta forma continúa intuyéndose/dibujándose la pérdida sin tener que recurrir a una reproducción integral de las mismas, que hubiera sido costosa y compleja porque carecíamos de referentes originales para la mayor parte de ellas.
Para marcar de nuevo la huella de las piezas perdidas o rotas se realizaron una especie de moldes en plástico, que es fácil de recortar pero tiene la rigidez suficiente para marcar, y no se adhiere (después resultó que había la posibilidad de hacer un troquelado en láser a partir de la imagen vectorial… bueno ¡para la próxima!).
Además de la presión sobre el terciopelo se ha añadido un adhesivo suave (hidroxipropil-celulosa) para que la huella no se despeine. De esta forma las piezas rotas se «terminan» visualmente y se indica la ausencia de las completamente perdidas sin inventar nada que no hubiera habido realmente (la pisada).
Para confeccionar las huellas se recurrió al retoque digital. Con fáciles simetrías se completaron todas las lagunas para obtener piezas completas. En las letras perdidas, no quedó más que reproducir la pisada que habían dejado en el terciopelo antiguo.
Conclusión:
Sustituir los componentes originales de un objeto restaurado siempre conlleva el riesgo de hacerlo irreconocible. La complejidad técnica de qualquier tratamiento me parece poca, comparada con la toma de este tipo de decisiones: ¿Pongo la guarda original asquerosa? ¿Cambio el terciopelo?
Como explico en la anterior entrada, se debe encontrar un equilibrio entre el coste del tratamiento y el valor de aquello intervenido. Se hace difícil pensar que un libro tan lujoso hubiera pasado por el campo de batalla, aunque lo pareciera, por lo que he considerado que devolverle la elegancia perdida era lo que un objeto de este tipo requería.
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Lo que el viento se llevó
Restauración del «Atlas de la Guerra» propiedad del Centro de Historia y Cultura Militar (Barcelona).
No me gusta mucho tener libros sobre la guerra, pero tengo que reconocer que este es especialmente bonito. Que la encuadernación fuera en terciopelo me pareció todo un reto de cara a su restauración, que por los demás aspectos no tuvo mayores complicaciones.
Expongo la restauración de este libro por los quebraderos de cabeza que me ha dado en cuanto a la resolución de las partes perdidas, las incrustaciones en madera. El laborioso trabajo de talla y el hecho de que las pérdidas fueran considerables, sumado a que una parte importante de las piezas ausentes carecía de original del que copiar (los escudos de las cuatro esquinas eran diferentes) complicaba bastante el asunto.
Descripción de la obra:
El Atlas histórico y topográfico de la guerra de África, sostenida por la nación española contra el imperio marroquí en 1859 y 1860 es un libro de gran formato (52 x 70 x 4,5 cm) con encuadernación de la época. Tiene las cubiertas de terciopelo y decoraciones en madera y metal, con cierres también de metal. Las guardas y la charnela son de seda de moaré y los cortes dorados. A pesar del glamour que a primera vista tendría la obra, algunos detalles se escapan de la exquisitez absoluta, como las cabezadas, de tipo industrial, y el hecho de que el metal de las incrustaciones fuera el hierro (que, de todos modos, va muy acorde con lo bélico… ¿serían de metralla?).
Pero el trabajo en talla de la madera es realmente remarcable y la calidad del terciopelo y la seda, así como los cortes dorados y el mismo contenido del libro, también.
Contiene unos fantásticos grabados litográficos a dos tintas, y planos desplegables impresos y acuarelados a mano.
El lomo era liso, con cosido a la greca sobre nervios de cordel y escartivanas.
Alteraciones:
- La tapa anterior estaba suelta, y el lomo sólo sujeto por la tapa posterior. Las aplicaciones en madera de las tapas profusamente carcomidas y con pérdidas, faltando muchas de ellas (casi todas las letras de la portada).
- Las partes metálicas de estas decoraciones estaban oxidadas.
- El terciopelo estaba muy gastado y descolorido, sobre todo el de la tapa anterior.
- Las guardas de seda muy sucias, con manchas de humedad y resquebrajamiento por efecto de una cola inadecuada puesta en un pasado.
- Las hojas tenían los bordes rotos y desgarrados, y mostraban manchas de humedad y también de hongos. Algunas de las hojas estaban sueltas y las partes afectadas por hongos debilitadas.
- Las hojas protectoras de papel vegetal que preceden a los grabados estaban profundamente oxidadas y arrugadas.
Proceso de restauración:
Revisión de la colación y desmontado del libro.
Tratamiento para las hojas:
– Desinfección, limpieza húmeda y desacidificación acuosa (con hidróxido de calcio).
– Consolidación: aprestado y refuerzo de desgarro y zonas débiles. Aplanado.
Tratamiento para la encuadernación:
– Desmontado de las cubiertas, quitando las piezas metálicas y de madera. Se numeraron todas para poder recolocarlas en la posición original. Al quitar las piezas se ve claramente el color original del terciopelo, morado intenso, que había quedado en un raído marrón por efecto de la luz.
– Tratamiento de las piezas: eliminación de óxidos y aplicación de barniz protector en las metálicas; y limpieza y desinsectación en las de madera. Los hierros que tenían la pestaña rota se reparan con plomo para soldar.
– Cosido: Se reproduce el cosido original sobre nervios en cordel y se añaden las cabezadas, unas bicolores parecidas a las originales.
Encuadernación:
– Se busca un terciopelo parecido al original tomando por muestra las partes no degradadas.
– Se encuaderna con el terciopelo nuevo, incorporando los elementos decorativos restaurados en sus posiciones originales.
– Se ponen guardas y charnelas nuevas, en seda de moaré que se buscó lo más parecida a la original. Los intentos de restauración con adhesivos no adecuados habían debilitado en exceso la seda original, y las aureolas de humedad empobrecían su aspecto.
Reintegración de las pérdidas en madera:
Ahora que lo explico me parece una tontería por su sencillez… pero si realmente es así me satisface enormemente, porque implica que el observador entiende lo que ve sin por ello entrar en un falso histórico.
Se ha resuelto la ausencia de una gran parte de las decoraciones reproduciendo la huella que habían dejado. De esta forma continúa intuyéndose/dibujándose la pérdida sin tener que recurrir a una reproducción integral de las mismas, que hubiera sido costosa y compleja porque carecíamos de referentes originales para la mayor parte de ellas.
Para marcar de nuevo la huella de las piezas perdidas o rotas se realizaron una especie de moldes en plástico, que es fácil de recortar pero tiene la rigidez suficiente para marcar, y no se adhiere (después resultó que había la posibilidad de hacer un troquelado en láser a partir de la imagen vectorial… bueno ¡para la próxima!).
Además de la presión sobre el terciopelo se ha añadido un adhesivo suave (hidroxipropil-celulosa) para que la huella no se despeine. De esta forma las piezas rotas se «terminan» visualmente y se indica la ausencia de las completamente perdidas sin inventar nada que no hubiera habido realmente (la pisada).
Para confeccionar las huellas se recurrió al retoque digital. Con fáciles simetrías se completaron todas las lagunas para obtener piezas completas. En las letras perdidas, no quedó más que reproducir la pisada que habían dejado en el terciopelo antiguo.
Conclusión:
Sustituir los componentes originales de un objeto restaurado siempre conlleva el riesgo de hacerlo irreconocible. La complejidad técnica de qualquier tratamiento me parece poca, comparada con la toma de este tipo de decisiones: ¿Pongo la guarda original asquerosa? ¿Cambio el terciopelo?
Como explico en la anterior entrada, se debe encontrar un equilibrio entre el coste del tratamiento y el valor de aquello intervenido. Se hace difícil pensar que un libro tan lujoso hubiera pasado por el campo de batalla, aunque lo pareciera, por lo que he considerado que devolverle la elegancia perdida era lo que un objeto de este tipo requería.