¡Este documento se auto-destruirá en 30 segundos!
O de cómo quitar el celo, sin quitarlo, sino todo lo contrario
Hemos hablado de bibliópatas, de malos usos y de cómo erradicar sus efectos… Pero ¿qué pasa cuando es la misma obra la causante de su degradación?
No es un mito de las películas de espías, muchos documentos se autodestruyen, como los manuscritos en tintas metalo-ácidas (s.IX-XIX). Pero la caducidad no es sólo cosa de los materiales antiguos, al contrario, es un problema muy común en obra contemporánea. En parte por la comercialización de productos milagrosos de dudosa eficacia, y también porque el Arte ha dejado de estar constituido por una élite material. Todo vale, hoy: plásticos de durabilidad desconocida, sub-productos reciclados…
Centrémonos ahora en la restauración de la materia, y dejemos para los metafísicos la valoración de estas revelaciones artísticas tan peculiarmente materializadas. La complejidad de la restauración lo será tanto por la dificultad de establecer un criterio de intervención, como por la caducidad prematura de sus componentes.
El criterio, hasta qué punto restauramos o no, es comprometido, sobre todo cuando el autor de la obra no pretendía que perdurara. ¿Es lícito que tratemos de detener el efecto del tiempo, entonces? Con todos los respetos por sus creadores, casi es mejor si el artífice está ya muerto y así hay uno menos en opinar!
Los ejemplos de arriba nunca tuvieron aspiraciones longevas. Son estudios transitorios de una obra definitiva (y más estable), y que nos empeñamos en conservar para tener una especie de «foto fija» de su proceso creativo. Os parecerá que tengo manías persecutorias… ¡están repletos de celo!
El problema en ambos planos era que la cinta grasa formaba parte de la obra incluso antes de estar terminada. Las líneas del dibujo están sobre el soporte plástico de la cinta adhesiva (de polipropileno), y no sobre el papel vegetal. ¿Tenemos que dejar el celo, y que siga estropeando el dibujo? ¿Tenemos que quitarlo?
Después de mucho cavilar, se hizo lo siguiente:
- Quitar la cinta adhesiva.
- Eliminar los remanentes grasos del papel subyacente, y también de la tira plástica o soporte.
- Volver a poner el celo «limpio», utilizando otro adhesivo sintético y no graso.
De esta forma conservamos el aspecto y la intención originales de la obra, pero hemos erradicado la causa de los daños.
Sin embargo hay una cuestión que no he podido resolver, por vueltas que le diera; y es el hecho de que en uno de los casos la cinta autoadhesiva estaba encogida, alterando a su vez el delineado, que se mostraba discontinuo. Varias soluciones eran posibles, ninguna de ellas plenamente satisfactoria.
Finalmente opté por recolocar la tira adhesiva en una posición en la que menos líneas quedaran interrumpidas. Os invito a proponer otras… ¡y a opinar!
Agradecimientos:
Archivo histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña (CoAC), propietarios de todas las obras aquí mencionadas y que me confiaron su restauración. ¡Muchas gracias!
2 comentarios
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¡Este documento se auto-destruirá en 30 segundos!
O de cómo quitar el celo, sin quitarlo, sino todo lo contrario
Hemos hablado de bibliópatas, de malos usos y de cómo erradicar sus efectos… Pero ¿qué pasa cuando es la misma obra la causante de su degradación?
No es un mito de las películas de espías, muchos documentos se autodestruyen, como los manuscritos en tintas metalo-ácidas (s.IX-XIX). Pero la caducidad no es sólo cosa de los materiales antiguos, al contrario, es un problema muy común en obra contemporánea. En parte por la comercialización de productos milagrosos de dudosa eficacia, y también porque el Arte ha dejado de estar constituido por una élite material. Todo vale, hoy: plásticos de durabilidad desconocida, sub-productos reciclados…
Centrémonos ahora en la restauración de la materia, y dejemos para los metafísicos la valoración de estas revelaciones artísticas tan peculiarmente materializadas. La complejidad de la restauración lo será tanto por la dificultad de establecer un criterio de intervención, como por la caducidad prematura de sus componentes.
El criterio, hasta qué punto restauramos o no, es comprometido, sobre todo cuando el autor de la obra no pretendía que perdurara. ¿Es lícito que tratemos de detener el efecto del tiempo, entonces? Con todos los respetos por sus creadores, casi es mejor si el artífice está ya muerto y así hay uno menos en opinar!
Los ejemplos de arriba nunca tuvieron aspiraciones longevas. Son estudios transitorios de una obra definitiva (y más estable), y que nos empeñamos en conservar para tener una especie de «foto fija» de su proceso creativo. Os parecerá que tengo manías persecutorias… ¡están repletos de celo!
El problema en ambos planos era que la cinta grasa formaba parte de la obra incluso antes de estar terminada. Las líneas del dibujo están sobre el soporte plástico de la cinta adhesiva (de polipropileno), y no sobre el papel vegetal. ¿Tenemos que dejar el celo, y que siga estropeando el dibujo? ¿Tenemos que quitarlo?
Después de mucho cavilar, se hizo lo siguiente:
- Quitar la cinta adhesiva.
- Eliminar los remanentes grasos del papel subyacente, y también de la tira plástica o soporte.
- Volver a poner el celo «limpio», utilizando otro adhesivo sintético y no graso.
De esta forma conservamos el aspecto y la intención originales de la obra, pero hemos erradicado la causa de los daños.
Sin embargo hay una cuestión que no he podido resolver, por vueltas que le diera; y es el hecho de que en uno de los casos la cinta autoadhesiva estaba encogida, alterando a su vez el delineado, que se mostraba discontinuo. Varias soluciones eran posibles, ninguna de ellas plenamente satisfactoria.
Finalmente opté por recolocar la tira adhesiva en una posición en la que menos líneas quedaran interrumpidas. Os invito a proponer otras… ¡y a opinar!
Agradecimientos:
Archivo histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña (CoAC), propietarios de todas las obras aquí mencionadas y que me confiaron su restauración. ¡Muchas gracias!
2 comentarios
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¿Y cuál es la solución para quitar la cinta adhesiva?
No se describe el proceso ni que substancia se usó para quitarla.
¿Y cuál es la solución para quitar la cinta adhesiva?
No se describe el proceso ni que substancia se usó para quitarla.
Buenos días Alejandro;
No, no se describe «la» solución porque no hay sólo una: depende del tipo de papel, del tipo de cinta adhesiva y sobre todo del tipo de adhesivo. En algunos casos se utilizan métodos físicos (calor, arrastre mediante espátula y/o abrasivos de durezas adecuadas) en otros casos se utilizan disolvente, con polaridad ajustada no sólo al tipo de adhesivo, sino también a las tintas que tenga el documento. Podría darse el caso que el disolvente escogido solubilizara, a la vez que el adhesivo, las tintas del documento. En ese caso hay que buscar alternativas, por supuesto. También hay técnicas mixtas (cataplasmas) que son una mezcla entre el uso de disolventes y arrastre físico…
Este blog no pretende ser un tutorial. Para formación específica sobre tratamientos restauradores hay la opción de apuntarse a los cursos de restauración que imaprtimos, y caso de que ninguno se adecue a sus necesidades, también ofrecemos cursos a medida.
Si lo que quiere es retirar las cintas adhesivas de un documento y usted no es restaurador, le recomiendo que contacte con uno. Yo puedo hacerle un presupuesto (envíe por favor un correo electrónico a info@ritaudina.com).
Muchas gracias y un saludoi