El encapsulado como recurso (desesperado) de restauración

Algunas obras no permiten a los restauradores obtener los resultados que quisiéramos, por mucho que nos empeñemos.
Este es el caso de un papel vegetal fragmentado, exquisitamente dibujado con un popurri de rotulador, bolígrafo y otras tintas altamente solubles. Rematado con cantidades ingentes de cintas adhesivas («celos«) que cohesionaban los fragmentos y numerosos rotos. Una obra de un encanto incuestionable, vamos.
Se trata de un dibujo técnico propiedad del CoAC (Colegio de Arquitectos de Cataluña). Un manuscrito de Fernando Higueras, reconocido arquitecto madrileño la obra del cual se expone ahora en la exposición Fernando Higueras. Desde el origen, en el Museo ICO de Madrid. Este genial arquitecto (1930-2008) es el autor de célebres edificios de la arquitectura nacional, sin ir más lejos el mismísimo IPCE (Instituto del Patrimonio Cultural de España, en Madrid), donde he tenido la ocasión de vivir experiencias muy reveladoras.

Paper vegetal fragmentado sujeto por multitud de cintas adhesivas (antes de restaurar)

El dibujo que se me encomendó restaurar no era del IPCE, sinó un esbozo del Palacio de Montecarlo, para el concurso internacional de 1969. Estaba profusamente arrugado y los rotos y fragmentos habían estado intensamente reparados con cinta Scotch translúcida. El adhesivo no era muy visible, si no fuera porque había estado puesto tal que las líneas del dibujo no coincidían a un lado y otro del desgarro, pues la intervención previa había sido tan impetuosa como abundante.

Sea como fuere, en el taller se quitaron cuidadosamente todas esas cintas adhesivas (véase el vídeo de abajo). Y después de esto los rotos y partes sueltas se injertaron de nuevo, esta vez en el sito que correspondía.

Como el rotulador verde era muy soluble en agua, y el azul lo era mucho en alcohol y otros disolventes, decidí evitar cualquier adhesivo que tuviera un mínimo de líquido, y por eso escogí Filmoplast P, una cinta adhesiva de base acrílica que no amarilleará ni se oxidará con el tiempo, además de ser translúcida. Este tipo de adhesivos no son nunca mi primera opción en una restauración, pero como ya he avanzado en el título, estaba un poco desesperada con la facilidad y amplio rango de disolventes en los que los rotuladores y el bolígrafo eran solubles.

Y, por fin, quedaba alisarlo. Esto ha resultado ser lo más complicado, precisamente por la solubilidad de los rotuladores y el bolígrafo en agua y otros disolventes. Humecté localmente la obra, en las áreas no pintadas, intentado aplanarla por tensión con imanes. Y sí, sí que desaparecieron las arrugas, pero -mi gozo en un pozo- al quitar los imanes el papel volvía a arrugarse. El plazo de entrega se acercaba -pues la obra forma parte de la citada exposición- y la única cosa que se me ocurrió, siendo realista, fue la de mantener la tensión por medio de un sistema de presentación ad hoc, que evitaría que el papel reincidiera en su pertinaces arrugas.

Para tal fin preparé unas bandas de papel japonés que encolé en los bordes del papel vegetal (véase imagen de abajo), y después se pasaron estas bandas a través de unas hendiduras hechas en la cartulina de conservación.
Estos cortes están también distribuidos alrededor de la obra, pero separándose de ella unos 2 o 3 milímetros.

Aplanado por tensión con imanes

Sistema de presentación para un papel arrugado.

Entonces encolé las bandas al reverso del cartón (véase imagen de arriba). Si el dibujo hubiera sido rectangular en lugar de tener esta forma caprichosa, las incisiones en la cartulina no hubieran sido necesarias[1]. Pero esta fue la forma de mantener la obra como flotando sobre el fondo, a la vez que tensándola levemente.
Esta cartulina se puede mantener como carpeta de conservación, cuando se haya terminado la exposición, o se puede quitar fácilmente cortando las bandas.

Nunca hubiera pensado que un sistema de presentación me salvaría el tipo en una restauración… pero allí está: id a ver la exposición y comparad con el estado previo, que se muestra orgulloso en la cubierta del catálogo.

Sistema de presentación en exposición para un papel vegetal arrugado (delante)

Agradecimientos:

Fundación ICO, que ha costeado esta restauración y la de otros magníficos documentos expuestos, CoAC (Colegio de Arquitectos de Cataluña), por confiarme la restauración de dibujos preciosos de todo tipos con los que poner a prueba mi ingenio.


Contenido relacionado:

El mismo Fernando nos habla de su proyecto no realizado en este vídeo tan interesante (donde se ve el plano ya bastante ajado, aunque más entero):


Notas a pie de página:

[1] Se podrían haber doblado sobre los bordes del cartón, y no a través de este, de forma similar a como se montaron los bocetos de Sorolla.

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El encapsulado como recurso (desesperado) de restauración

Algunas obras no permiten a los restauradores obtener los resultados que quisiéramos, por mucho que nos empeñemos.
Este es el caso de un papel vegetal fragmentado, exquisitamente dibujado con un popurri de rotulador, bolígrafo y otras tintas altamente solubles. Rematado con cantidades ingentes de cintas adhesivas («celos«) que cohesionaban los fragmentos y numerosos rotos. Una obra de un encanto incuestionable, vamos.
Se trata de un dibujo técnico propiedad del CoAC (Colegio de Arquitectos de Cataluña). Un manuscrito de Fernando Higueras, reconocido arquitecto madrileño la obra del cual se expone ahora en la exposición Fernando Higueras. Desde el origen, en el Museo ICO de Madrid. Este genial arquitecto (1930-2008) es el autor de célebres edificios de la arquitectura nacional, sin ir más lejos el mismísimo IPCE (Instituto del Patrimonio Cultural de España, en Madrid), donde he tenido la ocasión de vivir experiencias muy reveladoras.

Paper vegetal fragmentado sujeto por multitud de cintas adhesivas (antes de restaurar)

El dibujo que se me encomendó restaurar no era del IPCE, sinó un esbozo del Palacio de Montecarlo, para el concurso internacional de 1969. Estaba profusamente arrugado y los rotos y fragmentos habían estado intensamente reparados con cinta Scotch translúcida. El adhesivo no era muy visible, si no fuera porque había estado puesto tal que las líneas del dibujo no coincidían a un lado y otro del desgarro, pues la intervención previa había sido tan impetuosa como abundante.

Sea como fuere, en el taller se quitaron cuidadosamente todas esas cintas adhesivas (véase el vídeo de abajo). Y después de esto los rotos y partes sueltas se injertaron de nuevo, esta vez en el sito que correspondía.

Como el rotulador verde era muy soluble en agua, y el azul lo era mucho en alcohol y otros disolventes, decidí evitar cualquier adhesivo que tuviera un mínimo de líquido, y por eso escogí Filmoplast P, una cinta adhesiva de base acrílica que no amarilleará ni se oxidará con el tiempo, además de ser translúcida. Este tipo de adhesivos no son nunca mi primera opción en una restauración, pero como ya he avanzado en el título, estaba un poco desesperada con la facilidad y amplio rango de disolventes en los que los rotuladores y el bolígrafo eran solubles.

Y, por fin, quedaba alisarlo. Esto ha resultado ser lo más complicado, precisamente por la solubilidad de los rotuladores y el bolígrafo en agua y otros disolventes. Humecté localmente la obra, en las áreas no pintadas, intentado aplanarla por tensión con imanes. Y sí, sí que desaparecieron las arrugas, pero -mi gozo en un pozo- al quitar los imanes el papel volvía a arrugarse. El plazo de entrega se acercaba -pues la obra forma parte de la citada exposición- y la única cosa que se me ocurrió, siendo realista, fue la de mantener la tensión por medio de un sistema de presentación ad hoc, que evitaría que el papel reincidiera en su pertinaces arrugas.

Para tal fin preparé unas bandas de papel japonés que encolé en los bordes del papel vegetal (véase imagen de abajo), y después se pasaron estas bandas a través de unas hendiduras hechas en la cartulina de conservación.
Estos cortes están también distribuidos alrededor de la obra, pero separándose de ella unos 2 o 3 milímetros.

Aplanado por tensión con imanes

Sistema de presentación para un papel arrugado.

Entonces encolé las bandas al reverso del cartón (véase imagen de arriba). Si el dibujo hubiera sido rectangular en lugar de tener esta forma caprichosa, las incisiones en la cartulina no hubieran sido necesarias[1]. Pero esta fue la forma de mantener la obra como flotando sobre el fondo, a la vez que tensándola levemente.
Esta cartulina se puede mantener como carpeta de conservación, cuando se haya terminado la exposición, o se puede quitar fácilmente cortando las bandas.

Nunca hubiera pensado que un sistema de presentación me salvaría el tipo en una restauración… pero allí está: id a ver la exposición y comparad con el estado previo, que se muestra orgulloso en la cubierta del catálogo.

Sistema de presentación en exposición para un papel vegetal arrugado (delante)

Agradecimientos:

Fundación ICO, que ha costeado esta restauración y la de otros magníficos documentos expuestos, CoAC (Colegio de Arquitectos de Cataluña), por confiarme la restauración de dibujos preciosos de todo tipos con los que poner a prueba mi ingenio.


Contenido relacionado:

El mismo Fernando nos habla de su proyecto no realizado en este vídeo tan interesante (donde se ve el plano ya bastante ajado, aunque más entero):


Notas a pie de página:

[1] Se podrían haber doblado sobre los bordes del cartón, y no a través de este, de forma similar a como se montaron los bocetos de Sorolla.

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