De cabezadas y de corbatas
Clasificación estructural de las cabezadas, y restauración de las encoladas
Siempre he pensado que las cabezadas de un libro son como la corbata para un traje. Brindan al que la lleva la oportunidad de destacarse, y gozan de una libertad estilística, una frivolidad, que sólo un complemento puede tener. Y es que -como con las corbatas- la cuestión estética ha trascendido la eminentemente práctica.
En origen las cabezadas se ocupaban de mantener la compacidad del bloque de hojas por la cabeza y pie del libro; e incluso de hacer de sujeción principal de las tapas. Hoy en día son generalmente «inútiles», no funcionales[1]. Esta parte del libro llama poco la atención al profano, pero representa todo un sello de identidad para el buen bibliófilo. Es el broche que aglutina la pericia y gusto del encuadernador. Las hay discretas, sofisticadas, maltrechas, orejudas, reivindicativas, elegantes, futboleras…
De izquierda a derecha, y de arriba a abajo: 1. Cabezada trenzada sin núcleo. Maqueta [2] de encuadernación copta con tapas de madera. 2. Cabezada encolada en mosaico de piel. Encuadernación contemporánea de Josep Cambras. 3. Cabezada cosida bicolor, con cadeneta y sobre núcleo de piel. El trenzado externo (también en piel) los recoge por el interior. Maqueta de encuadernación flexible en pergamino, estilo renacentista. 4. Cabezada encolada… ¡en metal! (es una cremallera). Encuadernación de Begoña Cabero. 5. Cabezada cosida simple, sin cadeneta, sobre núcleo de piel. Maqueta de encuadernación gótica en piel sobre tabla. 6. Cabezada encolada, con falsa cadeneta, en tela y piel. Encuadernación contemporánea de Begoña Cabero.
Tipos de cabezadas: cosidas y encoladas
En cuanto a su estructura, las podemos dividir en dos grandes grupos: las cosidas y las encoladas.
Las cabezadas cosidas eran en principio estructuralmente funcionales, enlazando las tapas con la tripa del libro (las hojas) mediante un cosido (1er, 3er y 5º ejemplos en la foto anterior). Esta atadura podía hacerse simplemente con un hilo (1º), o bien con el núcleo de la cabezada (3º y 5º).
Cuando la encuadernación se vuelve más compacta y sofisticada, las cabezadas cosidas abandonan la misión de unir las tapas con las hojas para limitarse a hacer de sujeción de la tripa, garantizando una cierta compacidad de las hojas por la cabeza y pie, mediante un cosido que atraviesa la tripa (véanse las de abajo).
Cabezada cosida en encuadernación del XVIII.
Pero, por qué negarlo: más que para sujetar el cuerpo del libro, están… ¡para hacer bonito! Igual que las cabezadas encoladas (2º, 4º y 6º ejemplos), invención alemana de mitad siglo XV, que surgió cuando otros elementos asumieron la carga funcional de las primeras, y pretendían ser un sucedáneo, como una especie de falsificación o recordatorio sin tanto peso estructural.
Las encoladas aglutinan la cabeza y pie del bloque de hojas por mera adhesión. Las más antiguas se enlazaban aún a las tapas, pero las de hoy ya no. Que el núcleo (o el cosido) abrace, o no, las cubiertas no es una evidencia a simple vista, puesto que todas pretenden emular a las cosidas, y sin embargo es una diferencia formal de primer orden. Y, ojito, porque podemos incluso encontrar cabezadas con un cosido –secundario– [3] que no se cose al libro (ni a las tapas ni a las hojas), sino que se pega al lomo, por lo que no deberíamos clasificarlas -estructuralmente- dentro de las cosidas, sino de las encoladas. Y, vamos a liarla aún más, porque estas últimas con cosido pero encoladas pueden llegar a tener también un cosido oculto, que no se ve desde fuera![4] Con lo dicho hasta ahora, me parece que queda clara la necesidad de establecer una clasificación de las cabezadas en cuanto a su estructura, su función, pues el tratamiento de restauración está básicamente condicionado por eso, y describirlas es terriblemente enrevesado, como ya habéis visto.
Cabezadas encoladas
Instantánea robada a este magnífico ejemplar de cabezada en tela, encolada. Lucía los clásicos cuadros, combinándolos con gracia con la piel roja, al más puro estilo náutico. Esta cabezada de 1889 no tiene nada que envidiar a las cosidas… debió ser el furor de la Biblioteca! Un retal de papel con el Sr. Cervantes hace de refuerzo silencioso, escondido bajo el lomo, siendo éste su único punto de sujeción. Desmontar libros nos brinda estos placeres.
Encuadernación en media piel, planos en papel y cantoneras en pergamino. c. 1867. Archivo Municipal de Alella (Barcelona). Detalle de la cabezada inferior, encolada, con núcleo de cordel forrado en piel. Izquierda: Libro durante su desmontado. La piel que envuelve el núcleo se prolonga sobre las tapas. Centro: Reproducción de la cabezada: núcleo de cordel envuelto en piel (y teñido en color verde). Derecha: La cabezada nueva reproduce también la estructura, por lo que son necesarios dos cortes en la piel de las tapas en los que se inserta la piel del forro de la cabezada, que hace las veces de núcleo.
Mucho negro, perdurabilidad de materiales y un toque sobrio de distinción en las cantoneras… y es que se trata de un registro de nichos. Misma encuadernación de antes (por delante, entera, en el recuadro interior en primer plano de la imagen), y detalle de su cabezada inferior (imagen más grande de fondo). Arriba: Antes de la restauración. Abajo: Después de la restauración. Se han sustituido la piel del lomo, el papel de los planos, las cabezadas, las cantoneras… ¡casi todo! La reproducción es una alternativa a la restauración, cuando el restaurar resulta más costoso de lo que el valor del objeto puede justificar. Lo importante es ser fiel al original, tanto en la forma como en la estructura, y documentar el estado previo debidamente.
Y aunque el pobre libro estaba muy destartalado, a sus cabezadas no podemos reprocharles nada: allí permanecían bien sujetas; y seguramente a ellas les debemos que el lomo no se hubiera desprendido completamente de las tapas cuando el desaprensivo de turno tiraba de la cabezada para sacar el libro del estante.
A mi entender éstas serían mucho más eficientes que las únicamente cosidas a las hojas. Lo cosido suele ser mucho más eficaz que lo encolado,[5] pero la nervadura uniéndose a las cubiertas le aporta mayor entidad estructural (y ahora sí, la clasificación prometida):
Clasificación estructural de las cabezadas
Se entiende que dentro de cada grupo hay mogollón de ejemplos y variantes, por lo que la durabilidad de cada una se tiene que mirar dentro de su contexto. La valoración de grado de la última columna es genérica.
Cabezadas híbridas
Tengo que admitir que con lo de la cabezada «híbrida», me he tirado de la moto, puesto que por mis manos no ha pasado ninguna. Sería aquella que esté en parte cosida y en parte encolada, a tripas y cubiertas, respectivamente (o viceversa).
La pongo porque es estructuralmente posible, y razonable en el primer caso: encolada a las tapas. Sin embargo la solución de pegar por el lomo y coser a la tapa, es bastante surrealista, lo admito. Según el tesauro de Ligatus hay «una suerte de cabezada híbrida», y cita una referencia de Szirmai.[6] Y, efectivamente, ese ejemplo de cabezada gótica está encolada a la vez que cosida. Cosido a las tapas, y encolada por la tripa, para luego coserla también (a la tripa). Aunque en mi opinión la parte encolada actúa más como un refuerzo del cosido que se inserta en las hojas, que como unión principal al lomo (lo repetiré hasta la saciedad: donde estén los dos tipos, en áreas móviles, para mi el que manda es el cosido, mucho más eficiente y duradero).
La tabla pretende describir todas las opciones, y hay tantos tipos de cabezadas que la idea de que existan algunos sin yo saberlo me parece de lo más razonable. Si no hay tal cabezada híbrida, pues aquí tenemos esta tablita que podemos utilizar cómo guía de restauración: una forma de evaluar qué uniones son más perdurables que otras, en el caso de que tengamos que hacer algún refuerzo (haciendo este tipo de hibridación).
Al que me dé un ejemplo de la puñetera cabezada híbrida, le invito a un café en mi taller. Qué digo un café… a una comida, ¡por lo menos! Pero no me vale que una misma parte esté cosida y encolada, o sea que esté reforzada -como la de Szirmai-, quiero decir que por la tripa sea de una manera, y por las tapas de otra.
Daños habituales en las cabezadas encoladas
Lo más común en las cabezadas encoladas es que no se unan con las tapas (como la de marinos cuadros y el Sr. Cervantes; y a diferencia de la verde del anterior ejemplo). No es raro por lo tanto que nos lleguen muy sucias y rotas, si es que llegan, porque ocupan una posición muy expuesta y de gran movilidad, y la menor flexibilidad del adhesivo por comparación a las cosidas, las hace mucho más vulnerables.[7]
Recuperación de las cabezadas encoladas
Como son relativamente recientes y poco valoradas, en caso de deterioro suelen cambiarse por otras nuevas. Pero encontrar unas iguales puede ser realmente difícil puesto que se trata de un producto de calidad media y realizado con el residuo de otras industrias, o sea, que no se compraban hechas para tal fin, como podemos hacer hoy. Las podemos reproducir o restaurar, según cómo estén de perjudicadas y cómo de fáciles sean de replicar.
Restauración de cabezadas encoladas
Las podemos reproducir o restaurar, según cómo estén de perjudicadas y cómo de fáciles sean de replicar. Eso siempre.
Basta con desmontarla, limpiarla y volver a enrollarla un pelín desplazada, tal que se muestre una parte en mejor estado. Si conviene se añade un refuerzo interno y/o se sustituye el núcleo por otro nuevo. Y es que, al fin y al cabo, la parte visible es ínfima, y tenemos a nuestra disposición una parte oculta en perfecto estado que podemos reutilizar, como si fuera la rueda de recambio del coche. Esto sí es sostenibilidad y criterio histórico, y ¡lo demás son tonterías! El resultado es espectacular, porque recuperamos la auténtica como si la hubiéramos rejuvenecido 100 años. Ya les gustaría a los cirujanos plásticos poder hacer las virguerías que yo hago en el taller (modestia a parte). A continuación dos ejemplos de restauración de cabezadas encoladas en tela, que se arreglaron en mucho menos tiempo que la misión imposible de encontrar una tela parecida a la de nuestra cabezada.
1) Ejemplo de restauración de cabezada encolada:
Álbum romántico, Museo de Historia de Barcelona. Antes (izquierda) y después (derecha) de su restauración. Encuadernación en piel entera, regios cortes dorados y cabezadas en tela a rayas esmeralda y verde. Tan apropiada a su propietaria, una niña bien que desde su inocencia y posición hizo del álbum un compendio artístico naïf, pero de destacado valor artístico. Más detalles sobre el libro y su restauración.
Izquierda: cabezada original tal cómo se extrajo del libro. Tiene núcleo de piel, sobre el que se pliega la tela estampada. Derecha: la misma cabezada después de lavar, consolidar y montar en dos núcleos nuevos de piel (con un refuerzo interno de papel japonés). De esa sola se hicieron dos, ya que la otra estaba demasiado dañada para aprovechar ningún trozo. Conviene recalcar que por muy estupenda que se ve la cabezada restaurada, continúa teniendo más de cien años y estando un tanto debilitada. El refuerzo de papel japonés se ha colocado con dirección de fibra vertical, opuesto al núcleo, con el fin de dotar de mayor resistencia mecánica la parte más endeble de la cabezada, y prevenir su total desprendimiento en el caso de que la tela volviera a romperse de nuevo. El núcleo de la cabezada no es visible, es puramente estructural y tiene un alto requerimiento de flexibilidad, por eso no se dudó en remplazarlo por un cordel nuevo. Más sobre el libro y su restauración.
2) Otro ejemplo, de restauración de cabezadas encoladas, en tela, equivalente en cuanto a estructura:
Encuadernación de 1906, en media piel y tela. Cabezada en tela estampada con presidiarias rayas, tapas en negro estricto y lomo liso en verde oscuro… a nadie sorprenderá que está seriedad sea el traje de un registro fiscal (del Archivo Municipal de Alella, Barcelona). Pero, al trapo: que está roto. Antes de restaurar (izquierda), la tela deshilachada deja al descubierto el núcleo (un cordel). Derecha: después de restaurar. La piel y la tela de la encuadernación se han sustituido por otras de iguales (esto sí es fácil de encontrar), mientras que la de la cabezada se ha conservado, mostrando una parte en mejores condiciones).
Izquierda: Cabezada restaurada del anterior libro. La parte más ajada se ha desplazado. Derecha: Libro con la cabezada restaurada (antes de montar en la encuadernación propiamente dicha).
Reproducción de cabezadas encoladas
La magia no siempre es posible, sobre todo en las de papel, más frágil que la tela, pero si tienen un diseño sencillo reproducirlas no exige tampoco mucho tiempo… la cuestión es mantenernos lo más fieles posible a lo que había habido, antes que remplazarlo sistemáticamente. Para el caso de las cabezadas reproducidas yo entrego a parte los restos que no he podido aprovechar y que son el testigo que servirá de referencia a investigadores.
1) Como primer caso, un ejemplar de la Anatomia Humani Corporis, de Godefridi Bidloo (1685), una encuadernación holandesa en media piel y planos marmoleados:
Un ejemplar de la Anatomia Humani Corporis, de Godefridi Bidloo (1685). ncuadernación holandesa con planos marmoleados, lomo plano en piel y cabezadas encoladas en papel estampado a rayas oblicuas. Arriba: Tal como llegó al taller, y después de haber sufrido una agresiva intervención que distorsionaba algunos de los elementos originales y que no tuvo el cuidado de conservar las cabezadas originales. A bajo: El mismo libro después de la restauración actual. Se reintegraron los elementos existentes en mejor estado (piel, papel marmoleado) y se reprodujeron las cabezadas, de las que apenas había unos restos. Me gustan las oblicuas: no dejan de ser rayas, y sin embargo parecen mucho menos formales que las verticales.
Tengo que decir que este libro había sufrido una agresiva intervención anterior (hace unos 40 años) con esparadrapos y otros adhesivos sintéticos, que hacía difícil identificar la verdadera estructura primigenia. De la cabezada original se conservaba solamente un pequeño vestigio pegado en el interior:
Izquierda: Tapa posterior, parte de abajo, con trozos de esparadrapo y Aironfix (de color negro) bajo la piel. Sólo un pequeño vestigio de la cabezada (centro) se halló medio pegada en el interior, gracias al descuido del mismo bibliópata que «reforzó» la piel con plástico autadhesivo para forrar. Derecha: Las dos cabezadas reproducidas, y la original, en papel estampado.
2) Otro ejemplo de reproducción de cabezada encolada en papel: Un padrón de habitantes de 1837, también del Archivo Municipal de Alella. (Vegeu en la capçalera d’aquesta entrada una altra imatge de la mateixa capçada).
Encuadernación en pergamino antes y después de su restauración. Detalle de la cabezada. Izquierda, antes de restaurar, apenas se distingue el estampado del papel, pero sí vemos su núcleo de cuerda, a punto de perderse, pues se sujeta al libro sólo por el papel. Derecha: libro restaurado con encuadernación reproducida en nuevo pergamino, nueva cabezada, pero mismo espíritu azulgrana.
No parece probable (por cronología) que el mismo encuadernador que vistió de riguroso luto al fisco alellense, fuera el artífice de esta otra encuadernación, en pergamino claro, con floridas tapas multicolor de papel marmoleado, cortes pintados en radiante amarillo y cabezadas en rayas azul-grana… ¿de su equipo de fútbol favorito? Los padrones son documentos harto consultados, y ni el resistente pergamino ha superado la dura prueba del tiempo, y menos aún la cabezada, de la que apenas se distingue el estampado. Pero sí vemos su núcleo de cuerda, sujeto al libro sólo por el papel. El libro restaurado tiene la encuadernación reproducida en nuevo pergamino, nueva cabezada, pero mismo espíritu azulgrana.
Me acabo de dar cuenta que esta entrada también ilustra muy bien la delicada cuestión de los criterios de intervención. De cómo según qué pieza, y en qué estado la encontremos, consideraremos restaurar o reproducir (ya sea una parte o más de una)… no hay una fórmula matemática, depende del valor de las cosas.
Coser, encolar, encolar, coser… nunca me cansaría de mirar y remirar cómo funcionan los libros, cuál es su esqueleto, eso que permite que los consultemos a la vez mantiene el orden y la compacidad… y la cabezada es sólo una pequeña parte… ¿Es o no es el gran invento de la humanidad, el libro?
Los iconos coser y encolar de la tabla son de Freepik.
Agradecimientos:
A los propietarios de estos (y otros) libros, que me han dado la oportunidad de aprender con ellos y compartir en este blog lo aprendido: Colección privada de la Encyclopédie, Ayuntamiento de Alella (Barcelona), Museo de Historia de Barcelona (MUHBA) y la Real Academia de Farmacia de Cataluña; mencionados en el orden en el que aparecen las obras.
También a los encuadernadores que me han abierto las puertas de sus talleres (Josep Cambras, Begoña Cabero) y a Arsenio Sánchez, restaurador, que si no fuera porque es tan generoso, sabio y buena persona, me haría rabiar de envidia -de la fea- con su colección de maquetas de encuadernaciones de todas las épocas.
A Ligatus, por poner al alcance de todos este excelente recurso en línea gratuito (ahora falta traducirlo al castellano!).
Dedicatoria:
Esta entrada se la dedico a mi escritor favorito, de textos delirantes y corazón culé como la última cabezada. Gracias por escribirme y gracias por leerme.
Notas a pie de página:
[1] Y hablo del libro estándar, ya que en encuadernación artística o artesanal hay como un resurgir de las técnicas más antiguas, y por eso no es nada extraordinario encontrarlas también hoy en libretas y otros productos hechos a mano, en forma de cosidos japoneses, coptos, mudéjares, góticos….
[2] Esta, la 3 y la 5, todas hechas en cursos de Arsenio Sánchez Hernampérez, una fuente de inspiración constante. ¡Muchas gracias Arsenio!
[3] Lo que no quiere decir que todas las cabezadas que tienen cosido secundario sean encoladas ¡ojo!
[4] Me refiero a las cabezadas encoladas y previamente cosidas, que algunos encuadernadores optan por coser (o sea, cosen el soporte del cosido al lomo, en lugar de pegarlo).
[5] Udina, Rita. “¿La unión hace la fuerza? Estudio de la consistencia de las estructuras de los libros y propuestas de intervención,” en Únicum (número 14), ed. ESCRBCC (Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Cataluña), páginas 63-86 y 199-210 (2015). Depósito Legal: B-16094-2002, ISSN:1579-3613.
[6] Esta es la definición de Szirmai de la mencionada cabezada (fig. 9.30c, págs. 214-215): «El soporte de la cabezada consiste en un núcleo simple, o de una o dos tiras, o bien de un pergamino enrollado; el soporte de este núcleo puede ser independiente del refuerzo del lomo (b), o bien estar envuelto por el refuerzo, pegándose éste en el lomo como una sola unidad (c). Inicialmente los soportes se anclaban en los cantos de las tapas, pero más tarde esta firme atadura entre la tripa y las tapas se abandonó, de forma que los soportes de la cabezada simplemente hacían de núcleo» (traducido por la autora de la entrada). The Archaeology of Medieval bookbinding, J.A. Szirmai, ed. Ashgate, 1999.
[7] Los elementos cosidos, especialmente en áreas móviles, suelen ser más eficaces y duraderos que los encolados (siendo otros factores iguales).
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De cabezadas y de corbatas
Clasificación estructural de las cabezadas, y restauración de las encoladas
Siempre he pensado que las cabezadas de un libro son como la corbata para un traje. Brindan al que la lleva la oportunidad de destacarse, y gozan de una libertad estilística, una frivolidad, que sólo un complemento puede tener. Y es que -como con las corbatas- la cuestión estética ha trascendido la eminentemente práctica.
En origen las cabezadas se ocupaban de mantener la compacidad del bloque de hojas por la cabeza y pie del libro; e incluso de hacer de sujeción principal de las tapas. Hoy en día son generalmente «inútiles», no funcionales[1]. Esta parte del libro llama poco la atención al profano, pero representa todo un sello de identidad para el buen bibliófilo. Es el broche que aglutina la pericia y gusto del encuadernador. Las hay discretas, sofisticadas, maltrechas, orejudas, reivindicativas, elegantes, futboleras…
De izquierda a derecha, y de arriba a abajo: 1. Cabezada trenzada sin núcleo. Maqueta [2] de encuadernación copta con tapas de madera. 2. Cabezada encolada en mosaico de piel. Encuadernación contemporánea de Josep Cambras. 3. Cabezada cosida bicolor, con cadeneta y sobre núcleo de piel. El trenzado externo (también en piel) los recoge por el interior. Maqueta de encuadernación flexible en pergamino, estilo renacentista. 4. Cabezada encolada… ¡en metal! (es una cremallera). Encuadernación de Begoña Cabero. 5. Cabezada cosida simple, sin cadeneta, sobre núcleo de piel. Maqueta de encuadernación gótica en piel sobre tabla. 6. Cabezada encolada, con falsa cadeneta, en tela y piel. Encuadernación contemporánea de Begoña Cabero.
Tipos de cabezadas: cosidas y encoladas
En cuanto a su estructura, las podemos dividir en dos grandes grupos: las cosidas y las encoladas.
Las cabezadas cosidas eran en principio estructuralmente funcionales, enlazando las tapas con la tripa del libro (las hojas) mediante un cosido (1er, 3er y 5º ejemplos en la foto anterior). Esta atadura podía hacerse simplemente con un hilo (1º), o bien con el núcleo de la cabezada (3º y 5º).
Cuando la encuadernación se vuelve más compacta y sofisticada, las cabezadas cosidas abandonan la misión de unir las tapas con las hojas para limitarse a hacer de sujeción de la tripa, garantizando una cierta compacidad de las hojas por la cabeza y pie, mediante un cosido que atraviesa la tripa (véanse las de abajo).
Cabezada cosida en encuadernación del XVIII.
Pero, por qué negarlo: más que para sujetar el cuerpo del libro, están… ¡para hacer bonito! Igual que las cabezadas encoladas (2º, 4º y 6º ejemplos), invención alemana de mitad siglo XV, que surgió cuando otros elementos asumieron la carga funcional de las primeras, y pretendían ser un sucedáneo, como una especie de falsificación o recordatorio sin tanto peso estructural.
Las encoladas aglutinan la cabeza y pie del bloque de hojas por mera adhesión. Las más antiguas se enlazaban aún a las tapas, pero las de hoy ya no. Que el núcleo (o el cosido) abrace, o no, las cubiertas no es una evidencia a simple vista, puesto que todas pretenden emular a las cosidas, y sin embargo es una diferencia formal de primer orden. Y, ojito, porque podemos incluso encontrar cabezadas con un cosido –secundario– [3] que no se cose al libro (ni a las tapas ni a las hojas), sino que se pega al lomo, por lo que no deberíamos clasificarlas -estructuralmente- dentro de las cosidas, sino de las encoladas. Y, vamos a liarla aún más, porque estas últimas con cosido pero encoladas pueden llegar a tener también un cosido oculto, que no se ve desde fuera![4] Con lo dicho hasta ahora, me parece que queda clara la necesidad de establecer una clasificación de las cabezadas en cuanto a su estructura, su función, pues el tratamiento de restauración está básicamente condicionado por eso, y describirlas es terriblemente enrevesado, como ya habéis visto.
Cabezadas encoladas
Instantánea robada a este magnífico ejemplar de cabezada en tela, encolada. Lucía los clásicos cuadros, combinándolos con gracia con la piel roja, al más puro estilo náutico. Esta cabezada de 1889 no tiene nada que envidiar a las cosidas… debió ser el furor de la Biblioteca! Un retal de papel con el Sr. Cervantes hace de refuerzo silencioso, escondido bajo el lomo, siendo éste su único punto de sujeción. Desmontar libros nos brinda estos placeres.
Encuadernación en media piel, planos en papel y cantoneras en pergamino. c. 1867. Archivo Municipal de Alella (Barcelona). Detalle de la cabezada inferior, encolada, con núcleo de cordel forrado en piel. Izquierda: Libro durante su desmontado. La piel que envuelve el núcleo se prolonga sobre las tapas. Centro: Reproducción de la cabezada: núcleo de cordel envuelto en piel (y teñido en color verde). Derecha: La cabezada nueva reproduce también la estructura, por lo que son necesarios dos cortes en la piel de las tapas en los que se inserta la piel del forro de la cabezada, que hace las veces de núcleo.
Mucho negro, perdurabilidad de materiales y un toque sobrio de distinción en las cantoneras… y es que se trata de un registro de nichos. Misma encuadernación de antes (por delante, entera, en el recuadro interior en primer plano de la imagen), y detalle de su cabezada inferior (imagen más grande de fondo). Arriba: Antes de la restauración. Abajo: Después de la restauración. Se han sustituido la piel del lomo, el papel de los planos, las cabezadas, las cantoneras… ¡casi todo! La reproducción es una alternativa a la restauración, cuando el restaurar resulta más costoso de lo que el valor del objeto puede justificar. Lo importante es ser fiel al original, tanto en la forma como en la estructura, y documentar el estado previo debidamente.
Y aunque el pobre libro estaba muy destartalado, a sus cabezadas no podemos reprocharles nada: allí permanecían bien sujetas; y seguramente a ellas les debemos que el lomo no se hubiera desprendido completamente de las tapas cuando el desaprensivo de turno tiraba de la cabezada para sacar el libro del estante.
A mi entender éstas serían mucho más eficientes que las únicamente cosidas a las hojas. Lo cosido suele ser mucho más eficaz que lo encolado,[5] pero la nervadura uniéndose a las cubiertas le aporta mayor entidad estructural (y ahora sí, la clasificación prometida):
Clasificación estructural de las cabezadas
Se entiende que dentro de cada grupo hay mogollón de ejemplos y variantes, por lo que la durabilidad de cada una se tiene que mirar dentro de su contexto. La valoración de grado de la última columna es genérica.
Cabezadas híbridas
Tengo que admitir que con lo de la cabezada «híbrida», me he tirado de la moto, puesto que por mis manos no ha pasado ninguna. Sería aquella que esté en parte cosida y en parte encolada, a tripas y cubiertas, respectivamente (o viceversa).
La pongo porque es estructuralmente posible, y razonable en el primer caso: encolada a las tapas. Sin embargo la solución de pegar por el lomo y coser a la tapa, es bastante surrealista, lo admito. Según el tesauro de Ligatus hay «una suerte de cabezada híbrida», y cita una referencia de Szirmai.[6] Y, efectivamente, ese ejemplo de cabezada gótica está encolada a la vez que cosida. Cosido a las tapas, y encolada por la tripa, para luego coserla también (a la tripa). Aunque en mi opinión la parte encolada actúa más como un refuerzo del cosido que se inserta en las hojas, que como unión principal al lomo (lo repetiré hasta la saciedad: donde estén los dos tipos, en áreas móviles, para mi el que manda es el cosido, mucho más eficiente y duradero).
La tabla pretende describir todas las opciones, y hay tantos tipos de cabezadas que la idea de que existan algunos sin yo saberlo me parece de lo más razonable. Si no hay tal cabezada híbrida, pues aquí tenemos esta tablita que podemos utilizar cómo guía de restauración: una forma de evaluar qué uniones son más perdurables que otras, en el caso de que tengamos que hacer algún refuerzo (haciendo este tipo de hibridación).
Al que me dé un ejemplo de la puñetera cabezada híbrida, le invito a un café en mi taller. Qué digo un café… a una comida, ¡por lo menos! Pero no me vale que una misma parte esté cosida y encolada, o sea que esté reforzada -como la de Szirmai-, quiero decir que por la tripa sea de una manera, y por las tapas de otra.
Daños habituales en las cabezadas encoladas
Lo más común en las cabezadas encoladas es que no se unan con las tapas (como la de marinos cuadros y el Sr. Cervantes; y a diferencia de la verde del anterior ejemplo). No es raro por lo tanto que nos lleguen muy sucias y rotas, si es que llegan, porque ocupan una posición muy expuesta y de gran movilidad, y la menor flexibilidad del adhesivo por comparación a las cosidas, las hace mucho más vulnerables.[7]
Recuperación de las cabezadas encoladas
Como son relativamente recientes y poco valoradas, en caso de deterioro suelen cambiarse por otras nuevas. Pero encontrar unas iguales puede ser realmente difícil puesto que se trata de un producto de calidad media y realizado con el residuo de otras industrias, o sea, que no se compraban hechas para tal fin, como podemos hacer hoy. Las podemos reproducir o restaurar, según cómo estén de perjudicadas y cómo de fáciles sean de replicar.
Restauración de cabezadas encoladas
Las podemos reproducir o restaurar, según cómo estén de perjudicadas y cómo de fáciles sean de replicar. Eso siempre.
Basta con desmontarla, limpiarla y volver a enrollarla un pelín desplazada, tal que se muestre una parte en mejor estado. Si conviene se añade un refuerzo interno y/o se sustituye el núcleo por otro nuevo. Y es que, al fin y al cabo, la parte visible es ínfima, y tenemos a nuestra disposición una parte oculta en perfecto estado que podemos reutilizar, como si fuera la rueda de recambio del coche. Esto sí es sostenibilidad y criterio histórico, y ¡lo demás son tonterías! El resultado es espectacular, porque recuperamos la auténtica como si la hubiéramos rejuvenecido 100 años. Ya les gustaría a los cirujanos plásticos poder hacer las virguerías que yo hago en el taller (modestia a parte). A continuación dos ejemplos de restauración de cabezadas encoladas en tela, que se arreglaron en mucho menos tiempo que la misión imposible de encontrar una tela parecida a la de nuestra cabezada.
1) Ejemplo de restauración de cabezada encolada:
Álbum romántico, Museo de Historia de Barcelona. Antes (izquierda) y después (derecha) de su restauración. Encuadernación en piel entera, regios cortes dorados y cabezadas en tela a rayas esmeralda y verde. Tan apropiada a su propietaria, una niña bien que desde su inocencia y posición hizo del álbum un compendio artístico naïf, pero de destacado valor artístico. Más detalles sobre el libro y su restauración.
Izquierda: cabezada original tal cómo se extrajo del libro. Tiene núcleo de piel, sobre el que se pliega la tela estampada. Derecha: la misma cabezada después de lavar, consolidar y montar en dos núcleos nuevos de piel (con un refuerzo interno de papel japonés). De esa sola se hicieron dos, ya que la otra estaba demasiado dañada para aprovechar ningún trozo. Conviene recalcar que por muy estupenda que se ve la cabezada restaurada, continúa teniendo más de cien años y estando un tanto debilitada. El refuerzo de papel japonés se ha colocado con dirección de fibra vertical, opuesto al núcleo, con el fin de dotar de mayor resistencia mecánica la parte más endeble de la cabezada, y prevenir su total desprendimiento en el caso de que la tela volviera a romperse de nuevo. El núcleo de la cabezada no es visible, es puramente estructural y tiene un alto requerimiento de flexibilidad, por eso no se dudó en remplazarlo por un cordel nuevo. Más sobre el libro y su restauración.
2) Otro ejemplo, de restauración de cabezadas encoladas, en tela, equivalente en cuanto a estructura:
Encuadernación de 1906, en media piel y tela. Cabezada en tela estampada con presidiarias rayas, tapas en negro estricto y lomo liso en verde oscuro… a nadie sorprenderá que está seriedad sea el traje de un registro fiscal (del Archivo Municipal de Alella, Barcelona). Pero, al trapo: que está roto. Antes de restaurar (izquierda), la tela deshilachada deja al descubierto el núcleo (un cordel). Derecha: después de restaurar. La piel y la tela de la encuadernación se han sustituido por otras de iguales (esto sí es fácil de encontrar), mientras que la de la cabezada se ha conservado, mostrando una parte en mejores condiciones).
Izquierda: Cabezada restaurada del anterior libro. La parte más ajada se ha desplazado. Derecha: Libro con la cabezada restaurada (antes de montar en la encuadernación propiamente dicha).
Reproducción de cabezadas encoladas
La magia no siempre es posible, sobre todo en las de papel, más frágil que la tela, pero si tienen un diseño sencillo reproducirlas no exige tampoco mucho tiempo… la cuestión es mantenernos lo más fieles posible a lo que había habido, antes que remplazarlo sistemáticamente. Para el caso de las cabezadas reproducidas yo entrego a parte los restos que no he podido aprovechar y que son el testigo que servirá de referencia a investigadores.
1) Como primer caso, un ejemplar de la Anatomia Humani Corporis, de Godefridi Bidloo (1685), una encuadernación holandesa en media piel y planos marmoleados:
Un ejemplar de la Anatomia Humani Corporis, de Godefridi Bidloo (1685). ncuadernación holandesa con planos marmoleados, lomo plano en piel y cabezadas encoladas en papel estampado a rayas oblicuas. Arriba: Tal como llegó al taller, y después de haber sufrido una agresiva intervención que distorsionaba algunos de los elementos originales y que no tuvo el cuidado de conservar las cabezadas originales. A bajo: El mismo libro después de la restauración actual. Se reintegraron los elementos existentes en mejor estado (piel, papel marmoleado) y se reprodujeron las cabezadas, de las que apenas había unos restos. Me gustan las oblicuas: no dejan de ser rayas, y sin embargo parecen mucho menos formales que las verticales.
Tengo que decir que este libro había sufrido una agresiva intervención anterior (hace unos 40 años) con esparadrapos y otros adhesivos sintéticos, que hacía difícil identificar la verdadera estructura primigenia. De la cabezada original se conservaba solamente un pequeño vestigio pegado en el interior:
Izquierda: Tapa posterior, parte de abajo, con trozos de esparadrapo y Aironfix (de color negro) bajo la piel. Sólo un pequeño vestigio de la cabezada (centro) se halló medio pegada en el interior, gracias al descuido del mismo bibliópata que «reforzó» la piel con plástico autadhesivo para forrar. Derecha: Las dos cabezadas reproducidas, y la original, en papel estampado.
2) Otro ejemplo de reproducción de cabezada encolada en papel: Un padrón de habitantes de 1837, también del Archivo Municipal de Alella. (Vegeu en la capçalera d’aquesta entrada una altra imatge de la mateixa capçada).
Encuadernación en pergamino antes y después de su restauración. Detalle de la cabezada. Izquierda, antes de restaurar, apenas se distingue el estampado del papel, pero sí vemos su núcleo de cuerda, a punto de perderse, pues se sujeta al libro sólo por el papel. Derecha: libro restaurado con encuadernación reproducida en nuevo pergamino, nueva cabezada, pero mismo espíritu azulgrana.
No parece probable (por cronología) que el mismo encuadernador que vistió de riguroso luto al fisco alellense, fuera el artífice de esta otra encuadernación, en pergamino claro, con floridas tapas multicolor de papel marmoleado, cortes pintados en radiante amarillo y cabezadas en rayas azul-grana… ¿de su equipo de fútbol favorito? Los padrones son documentos harto consultados, y ni el resistente pergamino ha superado la dura prueba del tiempo, y menos aún la cabezada, de la que apenas se distingue el estampado. Pero sí vemos su núcleo de cuerda, sujeto al libro sólo por el papel. El libro restaurado tiene la encuadernación reproducida en nuevo pergamino, nueva cabezada, pero mismo espíritu azulgrana.
Me acabo de dar cuenta que esta entrada también ilustra muy bien la delicada cuestión de los criterios de intervención. De cómo según qué pieza, y en qué estado la encontremos, consideraremos restaurar o reproducir (ya sea una parte o más de una)… no hay una fórmula matemática, depende del valor de las cosas.
Coser, encolar, encolar, coser… nunca me cansaría de mirar y remirar cómo funcionan los libros, cuál es su esqueleto, eso que permite que los consultemos a la vez mantiene el orden y la compacidad… y la cabezada es sólo una pequeña parte… ¿Es o no es el gran invento de la humanidad, el libro?
Los iconos coser y encolar de la tabla son de Freepik.
Agradecimientos:
A los propietarios de estos (y otros) libros, que me han dado la oportunidad de aprender con ellos y compartir en este blog lo aprendido: Colección privada de la Encyclopédie, Ayuntamiento de Alella (Barcelona), Museo de Historia de Barcelona (MUHBA) y la Real Academia de Farmacia de Cataluña; mencionados en el orden en el que aparecen las obras.
También a los encuadernadores que me han abierto las puertas de sus talleres (Josep Cambras, Begoña Cabero) y a Arsenio Sánchez, restaurador, que si no fuera porque es tan generoso, sabio y buena persona, me haría rabiar de envidia -de la fea- con su colección de maquetas de encuadernaciones de todas las épocas.
A Ligatus, por poner al alcance de todos este excelente recurso en línea gratuito (ahora falta traducirlo al castellano!).
Dedicatoria:
Esta entrada se la dedico a mi escritor favorito, de textos delirantes y corazón culé como la última cabezada. Gracias por escribirme y gracias por leerme.
Notas a pie de página:
[1] Y hablo del libro estándar, ya que en encuadernación artística o artesanal hay como un resurgir de las técnicas más antiguas, y por eso no es nada extraordinario encontrarlas también hoy en libretas y otros productos hechos a mano, en forma de cosidos japoneses, coptos, mudéjares, góticos….
[2] Esta, la 3 y la 5, todas hechas en cursos de Arsenio Sánchez Hernampérez, una fuente de inspiración constante. ¡Muchas gracias Arsenio!
[3] Lo que no quiere decir que todas las cabezadas que tienen cosido secundario sean encoladas ¡ojo!
[4] Me refiero a las cabezadas encoladas y previamente cosidas, que algunos encuadernadores optan por coser (o sea, cosen el soporte del cosido al lomo, en lugar de pegarlo).
[5] Udina, Rita. “¿La unión hace la fuerza? Estudio de la consistencia de las estructuras de los libros y propuestas de intervención,” en Únicum (número 14), ed. ESCRBCC (Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Cataluña), páginas 63-86 y 199-210 (2015). Depósito Legal: B-16094-2002, ISSN:1579-3613.
[6] Esta es la definición de Szirmai de la mencionada cabezada (fig. 9.30c, págs. 214-215): «El soporte de la cabezada consiste en un núcleo simple, o de una o dos tiras, o bien de un pergamino enrollado; el soporte de este núcleo puede ser independiente del refuerzo del lomo (b), o bien estar envuelto por el refuerzo, pegándose éste en el lomo como una sola unidad (c). Inicialmente los soportes se anclaban en los cantos de las tapas, pero más tarde esta firme atadura entre la tripa y las tapas se abandonó, de forma que los soportes de la cabezada simplemente hacían de núcleo» (traducido por la autora de la entrada). The Archaeology of Medieval bookbinding, J.A. Szirmai, ed. Ashgate, 1999.
[7] Los elementos cosidos, especialmente en áreas móviles, suelen ser más eficaces y duraderos que los encolados (siendo otros factores iguales).
2 comentarios
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interesantísima información!!!
interesantísima información!!!
Celebro que lo ve así, muchas gracias.
🙂