¡Malditos «celos»!
Cintas adhesivas: Mecanismos de degradación, y posibilidades de restauración
El celo, esta cinta autoadhesiva para «reparar» papeles, forma parte de numerosas obras del patrimonio documental susceptible de preservar. Le debemos este maravilloso invento al Sr. Richard Drew, en 1925 (¿ó 1930?).
El adhesivo graso que acompaña la tira plástica, oxida y mancha el papel encintado, provocando con el tiempo más perjuicios que beneficios. Un buen conocimiento de las técnicas de escritura y de los disolventes nos permitirá retirar esta cola grasienta satisfactoriamente casi siempre.
Los perjuicios a medio y largo plazo que provocan los celos son:
1) Amarillamiento (y oxidación) del papel afectado.
Las grasas no se evaporan por un proceso físico (como el agua) sino por un proceso químico (oxidación). El tono oscurecido del papel no es sólo efecto de la grasa presente, sino también de la oxidación de las fibras papeleras. La estructura química ha variado, y las fibras son ahora más oscuras.
Detalle de plano impreso de gran formato, del ensanche de Barcelona, de 1900. Colegio de Arquitectos de Cataluña (CoAC).
¿Podría ser que el celo crease una adicción enfermiza que impulsara a ponerlo una y otra vez sin parar?
2) Amarillamiento (y oxidación) de los papeles contiguos.
3) Debilitamiento del papel perimetral por el diferencial de grueso, que en casos de papeles muy finos -como este- terminan provocando desgarros en el borde de la tira adhesiva plástica.
Detalle de plano del arquitecto Barba Corsini (c. 1960). Dinujo a lápiz de grafito en papel cebolla, o papel calco. (CoAC).
El amarillamiento y la oxidación son evidentes, tanto en el lado donde hay celo (izquierda) como en el área de papel inmediatamente contigua (derecha). La diferente resistencia mecánica entre papel y cinta plástica ocasiona desgarros, como se puede ver bajo la tira adhesiva superior de la izquierda.
4) Desplazamiento de soportes y adhesión de suciedad.
Las temperaturas moderadamente altas pueden hacer que el adhesivo se vuelva lábil, desencadenando movimientos respecto de la posición original. Y como es pegajoso, las partes sin plástico se llenan de porquería.
Detalle (macro) de plano del canódromo de la Meridina, del arquitecto Bonet Castellana (c. 1960). Manuscrito a tinta china sobre papel vegetal. Archivo del CoAC.
En este papel la porquería ya estaba antes de poner el adhesivo… ¡que no nos engañen! Ya es lo habitual que el que pone el celo no sea alguien especialmente cuidadoso.
Fijaos en como ha resbalado la tira autoadhesiva cuando la grasa se ha ablandado.
Y os diréis… ¿y porque no nos muestra las imágenes una vez restaurado? ¿acaso no ha sabido quitar las cintas adhesivas? Bueno… es que estos planos eran un caso ¡poltergeist total!: Deslizamiento de la tira en el documento, modificación de la escala en parte del dibujo, que el trazo estaba ENCIMA del plástico adhesivo… (¿se quita o se deja?). Me lo reservo para otra entrada sólo para ellos… (Este manuscrito ¡se autodestruirá en 30 segundos!!).
5) Adhesión indeseada de la cola grasa, más allá del área inicialmente prevista, ocasionando en el peor de los casos -como este- desgarros. Cuando el papel plegado se pega consigo mismo, la acción de desplegar conlleva roturas
Otro detalle del mismo plano de antes. Como se ve en la derecha, los restos de adhesivo de la izquierda han provocado un desgarro con pérdida de soporte. Con el tiempo (y el calor) la grasa puede ablandarse y sobrepasar el área inicialmente protegida por el plástico, con estas consecuencias.
6) Arrugas entorno del celo, derivadas de la diferente higroscopicidad y estabilidad dimensional entre el plástico y el papel.
Folleto impreso en papel couché del fondo Joan Ballester, (Centro de Documentación Juvenil de la Dirección General de Juventud, Generalitat de Cataluña). Fotomontaje digital (antes/después).
Antes de la restauración la cinta adhesiva central tensiona el documento impidiendo su natural hidratación y formando arrugas a lado y lado. Después de retirar los celos el papel se dilata y contrae de forma homogénea, sin hacer arrugas.
¿Se pueden quitar las manchas de celo?
No todos los daños son irreversibles. Tanto la tira plástica como el remanente graso se pueden quitar, y se recomienda, porque así detenemos la oxidación de papel.
Las manchas de grasa se pueden paliar en la medida que se pueda eliminar este adhesivo graso, con el uso de disolventes adecuados (cambiarán según la técnica pictórica y el papel).
Pero cuando el oscurecimiento es efecto de la degradación química del papel, la mancha ya no se puede tratar por métodos físicos (arrastre por disolvente): sólo nos queda recurrir a tratamientos químicos, como la desacidificación.
No todos los adhesivos grasos manchan igual, ni todos los papeles responden de la misma manera a tratamientos equivalentes.
Detalle de diazotipo del Archivo Comarcal del Valles Occidental (Terrasa).
Para quitar la cintas autoadhesivas y la mancha que dejan, debe tenerse en cuenta el tipo de adhesivo, de papel, y sobre todo la técnica de escritura (grafito, lápiz, impreso, acuarela…) que determinará en gran medida qué disolventes podemos utilizar.
Álbum de 1940 de gran formato (74 x 54 cm) que contiene planos desplegables, foto-reproducciones en diazotipia acuareladas a mano. Archivo Comarcal del Vallès Occidental (Terrasa). Este diazotipo manuscrito a tinta y acuarelado a mano tenía todo tipo de tiras autoadhesivas. La franja vertical de la izquierda está fuertemente oxidada por un esparadrapo que había en el reverso. Las cintas plásticas más cortas que hay en la parte central, no han amarilleado tanto el documento. En la izquierda durante la extracción y tratamiento de manchas, y a la derecha después de liberarlo de grasas, consolidar y reintegrar las lagunas.
Aquí tenéis otro ejemplo, de cómo se quitan las cintas adhesivas de un papel vegetal a rotulador:
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¡Malditos «celos»!
Cintas adhesivas: Mecanismos de degradación, y posibilidades de restauración
El celo, esta cinta autoadhesiva para «reparar» papeles, forma parte de numerosas obras del patrimonio documental susceptible de preservar. Le debemos este maravilloso invento al Sr. Richard Drew, en 1925 (¿ó 1930?).
El adhesivo graso que acompaña la tira plástica, oxida y mancha el papel encintado, provocando con el tiempo más perjuicios que beneficios. Un buen conocimiento de las técnicas de escritura y de los disolventes nos permitirá retirar esta cola grasienta satisfactoriamente casi siempre.
Los perjuicios a medio y largo plazo que provocan los celos son:
1) Amarillamiento (y oxidación) del papel afectado.
Las grasas no se evaporan por un proceso físico (como el agua) sino por un proceso químico (oxidación). El tono oscurecido del papel no es sólo efecto de la grasa presente, sino también de la oxidación de las fibras papeleras. La estructura química ha variado, y las fibras son ahora más oscuras.
Detalle de plano impreso de gran formato, del ensanche de Barcelona, de 1900. Colegio de Arquitectos de Cataluña (CoAC).
¿Podría ser que el celo crease una adicción enfermiza que impulsara a ponerlo una y otra vez sin parar?
2) Amarillamiento (y oxidación) de los papeles contiguos.
3) Debilitamiento del papel perimetral por el diferencial de grueso, que en casos de papeles muy finos -como este- terminan provocando desgarros en el borde de la tira adhesiva plástica.
Detalle de plano del arquitecto Barba Corsini (c. 1960). Dinujo a lápiz de grafito en papel cebolla, o papel calco. (CoAC).
El amarillamiento y la oxidación son evidentes, tanto en el lado donde hay celo (izquierda) como en el área de papel inmediatamente contigua (derecha). La diferente resistencia mecánica entre papel y cinta plástica ocasiona desgarros, como se puede ver bajo la tira adhesiva superior de la izquierda.
4) Desplazamiento de soportes y adhesión de suciedad.
Las temperaturas moderadamente altas pueden hacer que el adhesivo se vuelva lábil, desencadenando movimientos respecto de la posición original. Y como es pegajoso, las partes sin plástico se llenan de porquería.
Detalle (macro) de plano del canódromo de la Meridina, del arquitecto Bonet Castellana (c. 1960). Manuscrito a tinta china sobre papel vegetal. Archivo del CoAC.
En este papel la porquería ya estaba antes de poner el adhesivo… ¡que no nos engañen! Ya es lo habitual que el que pone el celo no sea alguien especialmente cuidadoso.
Fijaos en como ha resbalado la tira autoadhesiva cuando la grasa se ha ablandado.
Y os diréis… ¿y porque no nos muestra las imágenes una vez restaurado? ¿acaso no ha sabido quitar las cintas adhesivas? Bueno… es que estos planos eran un caso ¡poltergeist total!: Deslizamiento de la tira en el documento, modificación de la escala en parte del dibujo, que el trazo estaba ENCIMA del plástico adhesivo… (¿se quita o se deja?). Me lo reservo para otra entrada sólo para ellos… (Este manuscrito ¡se autodestruirá en 30 segundos!!).
5) Adhesión indeseada de la cola grasa, más allá del área inicialmente prevista, ocasionando en el peor de los casos -como este- desgarros. Cuando el papel plegado se pega consigo mismo, la acción de desplegar conlleva roturas
Otro detalle del mismo plano de antes. Como se ve en la derecha, los restos de adhesivo de la izquierda han provocado un desgarro con pérdida de soporte. Con el tiempo (y el calor) la grasa puede ablandarse y sobrepasar el área inicialmente protegida por el plástico, con estas consecuencias.
6) Arrugas entorno del celo, derivadas de la diferente higroscopicidad y estabilidad dimensional entre el plástico y el papel.
Folleto impreso en papel couché del fondo Joan Ballester, (Centro de Documentación Juvenil de la Dirección General de Juventud, Generalitat de Cataluña). Fotomontaje digital (antes/después).
Antes de la restauración la cinta adhesiva central tensiona el documento impidiendo su natural hidratación y formando arrugas a lado y lado. Después de retirar los celos el papel se dilata y contrae de forma homogénea, sin hacer arrugas.
¿Se pueden quitar las manchas de celo?
No todos los daños son irreversibles. Tanto la tira plástica como el remanente graso se pueden quitar, y se recomienda, porque así detenemos la oxidación de papel.
Las manchas de grasa se pueden paliar en la medida que se pueda eliminar este adhesivo graso, con el uso de disolventes adecuados (cambiarán según la técnica pictórica y el papel).
Pero cuando el oscurecimiento es efecto de la degradación química del papel, la mancha ya no se puede tratar por métodos físicos (arrastre por disolvente): sólo nos queda recurrir a tratamientos químicos, como la desacidificación.
No todos los adhesivos grasos manchan igual, ni todos los papeles responden de la misma manera a tratamientos equivalentes.
Detalle de diazotipo del Archivo Comarcal del Valles Occidental (Terrasa).
Para quitar la cintas autoadhesivas y la mancha que dejan, debe tenerse en cuenta el tipo de adhesivo, de papel, y sobre todo la técnica de escritura (grafito, lápiz, impreso, acuarela…) que determinará en gran medida qué disolventes podemos utilizar.
Álbum de 1940 de gran formato (74 x 54 cm) que contiene planos desplegables, foto-reproducciones en diazotipia acuareladas a mano. Archivo Comarcal del Vallès Occidental (Terrasa). Este diazotipo manuscrito a tinta y acuarelado a mano tenía todo tipo de tiras autoadhesivas. La franja vertical de la izquierda está fuertemente oxidada por un esparadrapo que había en el reverso. Las cintas plásticas más cortas que hay en la parte central, no han amarilleado tanto el documento. En la izquierda durante la extracción y tratamiento de manchas, y a la derecha después de liberarlo de grasas, consolidar y reintegrar las lagunas.
Aquí tenéis otro ejemplo, de cómo se quitan las cintas adhesivas de un papel vegetal a rotulador: